“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta”. Estas líneas corresponden a uno de los poemas que escribió la gran Santa Teresa de Jesús (1515-1582).
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Santa Teresa de Jesús -o de Ávila, es la primera mujer declarada Doctora de la Iglesia, y puede ser considerada como una de las plegarias más hermosas que existen, fue la reformadora del Carmelo en el siglo XVI y fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas.
Nació en Ávila, España el 28 de marzo de 1515. A la edad de 18 años ingresó al Carmelo y a los 45 años, emprendió una reforma de su propia Orden, con ansias de auténtica renovación y fidelidad al espíritu original del Carmelo.
Teresa tuvo tanto un corazón apasionado como una inteligencia vivaz. Sin embargo, eso no la libró de pasar buena parte de su vida religiosa sumida en cierta mediocridad y desasosiego, acentuados por enfermedades y dolencias físicas.
Además, Santa Teresa, cuyos escritos son guía segura en los caminos de la oración y de las virtudes cristianas, son una invitación a la perfección de la santidad.
Partió a la Casa del Padre el día 15 de octubre de 1582. Fue canonizada en 1622 y reconocida Doctora de la Iglesia por San Pablo VI en 1970.