El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, reivindicó este viernes la conquista de Constantinopla por el Imperio otomano en 1453 como fundamento de un supuesto derecho de su país para que la antigua basílica de Santa Sofía, vuelva a ser una mezquita, como lo fue hasta 1934.
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“El derecho de la nación turca a Santa Sofía no es menor que el de quienes la edificaron hace 1.500 años; es incluso mayor”, dijo el mandatario durante un discurso transmitido en directo por la cadena NTV, en el que proclamó formalmente el nuevo estatus de mezquita del monumento estambulí.
Momentos más tarde, un decreto presidencial firmado por Erdogan se publicó en el Boletín Oficial del Estado, traspasando la titularidad del edificio del Ministerio de Cultura, que la tenía hasta ahora, a la Diyanet, el organismo público que gestiona las mezquitas.
Hayırlı olsun. pic.twitter.com/MzP6nzn9Jc
— Recep Tayyip Erdoğan (@RTErdogan) July 10, 2020
Además, a las 20:53 hora local, Erdogan anunció formalmente en televisión la nueva condición del edificio, patrimonio de la humanidad desde 1985.
El jefe del Estado relató con detalle la entrada triunfal del sultán otomano Mehmet II en Constantinopla y su rezo en la mezquita, dibujando un paralelismo con su decisión de abrir nuevamente el edificio al culto musulmán.
También, citó un poema que califica la reapertura de Santa Sofía al rezo como “la segunda conquista de Estambul”, un concepto frecuente en los círculos ultranacionalistas-islamistas de Turquía, que llevan años exigiendo poder orar en el edificio.
Eso sí, Erdogan ha asegurado que el monumento estará abierto a cualquiera, musulmán o no, que no se excluirá a ningún visitante y que los cristianos también se sentirán a gusto.
La exigencia de convertir el templo en mezquita no es nueva, pero hasta ahora se limitaba a círculos marginales del nacionalismo islamista.
En un comunicado publicado en su web, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que en 1985 incluyó a la basílica de Santa Sofía en su lista del patrimonio de la humanidad, reaccionó a la decisión de Ankara advirtiendo que “cualquier modificación” del espacio “exige una notificación previa del Estado a la Unesco y, en caso necesario, un examen del Comité”.