La SantÃsima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo.
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San Pedro Nolasco, inspirado por la SantÃsima Virgen, funda una orden dedicada a la merced. Su objetivo era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort.
San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen MarÃa, la tomaron como patrona y guÃa. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la SantÃsima Virgen, la Madre liberadora. Los mercedarios querÃan ser caballeros de la Virgen MarÃa al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.
Para 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa MarÃa de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son más conocidos como mercedarios. Por su parte, el Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice: «MarÃa es fundamento y cabeza de nuestra orden».
Además, esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchÃsimos cautivos que estaban presos en manos de los musulmanes.
A partir de 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.