“Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió alguna vez San Pío de Pietrelcina (1887-1968).
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San Pío de Pietrelcina fue un fraile y sacerdote italiano, perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (O.F.M. Cap.), quien recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado. San Pío de Pietrelcina se hizo célebre también por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió.
Uno de esos dones tuvo que ver con una extraordinaria capacidad para acercarse y entender el alma humana, a tal punto que muchas veces fue capaz de leer los corazones y las conciencias de quienes se acercaban a él.
El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione pero, cuando recibió el hábito de Franciscano capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V.
A los cinco años tuvo una visión de Cristo, quien se le presentó como el Sagrado Corazón de Jesús. El mismo Jesús posó su mano sobre la cabeza del pequeño Pío. El niño, en respuesta, le prometió al Señor que sería su servidor, siguiendo los pasos de San Francisco de Asís. Desde entonces, Pío tuvo una vida marcada por una estrechísima relación con Jesús y con su Madre, la Virgen María, quien se le apareció en numerosas oportunidades a lo largo de su vida.
Además, el 10 de agosto de 1910, Pío es ordenado sacerdote. Poco tiempo después enfermó de fiebres y dolores muy fuertes, lo que obligó a sus superiores a enviarlo a Pietrelcina para que se recupere. Años más tarde, en 1916, Pío llega al Monasterio de San Giovanni Rotondo, al ver que su salud ya había mejorado, le mandan permanecer en ese convento, en este lugar fue donde recibió la gracia de los estigmas.
El Padre Pío fue un hombre preocupado por los más necesitados. El 9 de enero de 1940 convenció a sus grandes amigos espirituales de fundar un hospital para curar los “cuerpos y también las almas” de la gente necesitada de su región. El proyecto tomó algunos años, pero finalmente se inauguró el 5 de mayo de 1956 con el nombre de “Casa Alivio del Sufrimiento”.
Para un 23 de septiembre de 1968, el Padre Pío partió a la Casa del Padre después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”.