La «travesía» de este joven de 36 años originario de Manizales, se inició luego de tomar la decisión de abandonar la vida de abogado especializado que llevaba en Colombia hace cuatro años, para comenzar una gustosa historia en París desarrollando su propio proyecto de emprendimiento.
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Todo inició con “Pachito, un rolo bacán de unos 55 años, que era maltratado por una jefe autoritaria que teníamos”. Pachito, abogado como Juan David, le confesó que su sueño siempre fue ser artista. Ese testimonio fue el último impulso que necesitaba el manizaleño para decidir hacer lo que le gustaba y que nada tenía que ver con el derecho.
«Agarré mis ahorritos y me fui a hacer lo que realmente me hace feliz», dijo. Se fue a Argentina y allí se hizo cocinero. Trabajó en los mejores restaurantes del país que lo catapultaron después a Francia, otro paraíso gastronómico.
Sus primeros meses como estudiante de francés no fueron nada fáciles para este abogado, quien se encontró frente a frente con la realidad que viven miles de migrantes latinoamericanos que viajan al exterior, en búsqueda de mejores oportunidades.
Luego de trabajar en otros reconocidos restaurantes de la denominada ‘ciudad del amor’, Castillo decidió venderle a su gente.
«Empecé vendiendo en la página ‘Colombianos en París’. Dije con sinceridad que tenía 3 kilos de carne para unos chorizos y que esperaba el apoyo de quienes quisieran probarlos”, aseguró.Tras esa publicación, dijo que “un día le llevé un pedido a un colombiano, comencé a hablar con él y me contó su historia. Al final de la conversación cuando me iba a pagar, me dijo: ‘¡deje así!’. Creo que le dí pesar», agregó.
El manizaleño no pensó que entregar ese pedido y el gesto de ese cliente sería el punto de partida de la creación de todo un proyecto de emprendimiento.
Con su acento «paisa», una cuenta en Instagram y en Facebook, unos chorizos, la «choricleta» (como ha bautizado a su bicicleta de reparto) y sus ganas de salir adelante, fue suficiente para que Castillo se convirtiera en “el Man de los Chorizos”.
“El Man de los Chorizos”, como llamó Castillo a su joven empresa, produce esta delicia típica colombiana para distribuirla en París de una manera muy peculiar. Su nombre se ha hecho muy popular en las redes sociales, donde publica las imágenes y la historia personal de cada uno de sus clientes.
Al margen de su producto, lo que más ha llamado la atención entre sus clientes, son los relatos que publica en sus redes donde tiene cerca de 4.000 seguidores, que están llenos de humor y se han convertido en un canal de comunicación para muchos.
Juan David Castillo encontró allí su otra pasión: Escribir. «Los chori-anuncios y las chori-noticias… son una berraquera, son todo un éxito. Las personas no saben en qué momento aparecerán en alguna de mis publicaciones», afirmó.
Con una foto de sus clientes posando al lado de la bolsa de chorizos marcada con su respectivo nombre, seguida de un comentario, el joven colombiano busca compartir las experiencias vividas con sus «chori-fans».
Esta idea le ha permitido darse a conocer en todas las clases socioeconómicas. Dice que el producto «no tiene estratos» y que desde el cónsul general de su país hasta el colombiano de a pie, ha degustado sus chorizos criollos».
Castillo quien vende su producto a dos euros la unidad por unidad, tiene todavía una facturación modesta en los dos años que lleva con su proyecto, pero su éxito en redes ha contribuido a aumentar el negocio.
«Estoy haciendo lo que realmente me gusta. Para mí, esto no es tan solo un negocio, es una manera de vivir la vida que a su vez me permite sostenerme económicamente y ayudar a la gente», aseguró.
Las aspiraciones de este joven emprendedor siguen creciendo y espera junto a su esposa francesa, recibir pronto a sus «chori-fans» en su propio restaurante.